Ayamanes, espíritus y Turas
La palabra Ayamán o Ayomán según Alfredo Jahn, significa en lengua de esta tribu: Hombre. Por otro parte, encontramos que posiblemente los Ayamanes pertenecían a la familia lingüística Chibcha y que formaban de los pueblos Jirajara como subgrupo (Rafael Strauss, 1992).
Ramón Querales (1995), nos dibuja un posible panorama Ayamán de la siguiente manera: “La tierra se labraba por todos… Por lo leído en Federmann, los caciques Ayamanes como entre los Maypures, representaban la tribu, dirigían los combates, la caza y la pesca, el traslado de las viviendas cuando por ejemplo, se agotaba la fertilidad del conuco…”
A través del ritual de Las Turas, se podría inferir que la cultura primigenia de donde provenía todo el sistema de organización de esta danza como rito estructural y ancestral complejo, era parte de los Ayamanes como pueblos organizados, con fórmulas y normas sociales de convivencia y de expresión espiritual. La danza ritual de Las Turas, es un muy particular rito mágico-agrario-devocional, transformado pero sobreviviente y dinámico ante los cambios y nuevas posibilidades sociales de sus pueblos portadores, ligado profundamente a la tierra, a mama natura: Gaia, y a la unión cósmica entre seres terrenales y sobrenaturales, unidos por el misterio sagrado. El rito como tal responde a su vez, a una inmensa necesidad humana de solicitar y agradecer abundante salud, cosechas, favores, vida plena y abundante a los hijos de esta familia descendiente Ayamán (como pueblo turero mestizo y afroamerindio).
Los pueblos practicantes de Las Turas solicitan lluvias, cacería, favores, vida plena, plantas medicinales y salud para sus iguales, su cultura y familia actual. Con el advenimiento de la fe católica y otras religiones o filosofías foráneas, se adoptan como sincretismo ciertas prácticas asociadas a las Turas o transplantes como rito combinado actual –dinámico y cambiante-.
Anteriormente, según Rafael Strauss (1992), este ritual dancístico se mostraba en las zonas habitadas por esta importante cultura de descendencia Ayamán en donde se:
“Escenificaban Las Turas en las comunidades como Bella Vista, El Vegón, Cerro Colorado,
El Cacuro, El Tigrito, El Hueque, El Ramal, El Torito, El Cerrón, Mapararí, San Pedro, La
Chara, El Chipopo, Duvisí, Pararilla, La Garza, Las Colinas, La Veguita, Los Ralones, Los
Cogollos, Pozo Largo, Pozo Redondo, Ojo de Agua, El Valle, Quebrada Honda, San José,
San Isidro y Santa Teresa en la parte sur del estado Falcón, así como también en los de Aguada
Grande, Bobare, El Jusal, Siquisique, El Sisal, El Copey, El Topeye, La Venta y San Miguel
Arcángel de los Ayamanes en la parte Norte del estado Lara.”
Los Ayamanes según Ramón Querales (1995), ocupaban un territorio triangular que se iniciaba en Matatere, Municipio Irribarén y sus lados se prolongaban hasta más allá del río Tocuyo, al sur de Churuguara y de una pequeña parte del municipio Silva. Hoy día lamentablemente, las comunidades campesinas descendientes de estos pueblos antiguos, se debaten entre el destino incierto de una problemática en la tenencia de la tierra, la ausencia de una política agraria sostenida y sustentada en la producción, autogestión y organización colectiva y familiar resistente ante las realidades de competencia capitalista desigual en nuestra nación venezolana.
El mencionado ritual no se ha mantenido de manera consecutiva ni antes ni después en los lugares exactamente nombrados por Strauss. Se han dado en este sentido, posiblemente dos fenómenos paralelos –los cuales explican en parte el dinamismo de Las Turas en el tiempo y en el espacio-.
El primero se refiere a que este complejo rito de extracción ancestral, el cual se quedó como registrado transformándose y manteniéndose en algunos pueblos con mayor intensidad que en otros por razones diversas (válidas para estudiar), saltando y enfrentando los siglos, la neocolonización, la entrada de nuevas sectas, religiones y otras visiones filosóficas, así como transculturación y pobreza permanente junto a los restos o indicios de modernidad, los cuales apenas se han asomado lentamente por las periferias de nuestro país.E.R.